domingo, 18 de julio de 2010

RUFUS SHINRA : Guía de Mantenimiento para Dueños

¡Felicidades! Es usted ahora el orgulloso dueño de una unidad 100% automatizada de RUFUS SHINRA. Para asegurar su correcto funcionamiento, por favor, prestar atención a las siguientes instrucciones:



Información Básica:


Nombre: Rufus ShinRa (A.K.A. Ruf/Rufino/Russio/Belzarius/Bell)

Fecha de Manufacturación: 26 de agosto de 1973.

Lugar de Manufacturación: Desconocido.

Altura: 1.82 mts.

Peso: (No se nos permite revelar esta información)



Su unidad RUFUS SHINRA incluirá los siguientes accesorios:

-Saco blanco (1)
-Pantalones (1)
-Camisa (1)
-Chaleco (1)
-Zapatos (1)
-Teléfono celular (1)
-ShotGun .55 (1)
- Una dotación ilimitada de vendajes (llamar a la empresa de envíos para más información)

Bonus Especial: Organización ShinRa y Asociados.

Por favor tome nota de que los AMIGOS FLAITES no están incluídos en la entrega de la unidad RUFUS SHINRA.


Programación:

La unidad RUFUS SHINRA es muy versátil y tiene un número de usos:

AMIGO: La unidad RUFUS SHINRA es un amigo confiable, aunque no muy contenedor. La unidad RUFUS SHINRA encuentra difícil empatizar con los problemas ajenos (a menos que se trate de una unidad OVAN KAZABIAN) y ganarse su afecto no es tarea sencilla. Sin embargo, es buen confidente y con su programa EXPERIENCIA DE VIDA™ incorporado, es un excelente consejero. La unidad RUFUS SHINRA es buena como un amigo, pero difícil de ganar como tal. Una vez logrado esto, sin embargo, siempre estará allí para escuchar sus problemas y ayudar dentro de lo que pueda (o se le de la gana) hacerlo.

GUERRERO: La unidad RUFUS SHINRA es un guerrero altamente eficiente, aunque no tan contundente como la unidad OVAN KAZABIAN o HANK GÛNSCHE. La unidad RUFUS SHINRA tiene siempre encendido su modo MENTE MAESTRA™ que efectivizará con creces el desarrollo de los PLANES MALÉFICOS™ que tenga en proceso. La unidad RUFUS SHINRA es más eficiente acompañada por una unidad BASHO, una unidad MORPHEUS y una unidad OVAN KAZABIAN. Además, es un excelente empresario--si lo que busca es incrementar ganancias, la unidad RUFUS SHINRA es exactamente lo que está buscando. ¡Efectividad garantizada!

COMPAÑERO: La unidad RUFUS SHINRA es fría y calculadora, sin embargo, no parece tener problemas mayores para que eso atraiga a otras unidades hacia él--y la unidad RUFUS SHINRA no tendrá problemas en responder las atenciones (en parte) lo cual llevará a que su vida socio-afectiva sea extremadamente activa. Si esta programación le incomoda o le genera molestias, ¡no tema! esta programación es fácilmente revertida con la adquisición de una unidad OVAN KAZABIAN.
*Advertencia: La unidad RUFUS SHINRA aparentará que no le importa la unidad OVAN KAZABIAN durante un tiempo. Esto no debe preocuparlo--la unidad RUFUS SHINRA es arisca por naturaleza, pero pronto se abrirá con el modelo OVAN KAZABIAN. Para acelerar el proceso, puede buscar una unidad BASHO o una unidad KURT BOHEMER, pero no se preocupe: la unidad RUFUS SHINRA es SOLO compatible con la unidad OVAN KAZABIAN. Resistirsele le resultará inútil.


La unidad RUFUS SHINRA viene con diez (10) modos diferentes:


Sádico

Furioso

Feliz (LOCKED)

Leal

Mente Maestra

Anti-héroe

Afectuoso (LOCKED)

Enamorado (LOCKED)

Alegre

Íntimo (LOCKED)


-Para destrabar los modos FELIZ, AFECTUOSO, ENAMORADO e ÍNTIMO, se sugiere la adquisición de un modelo OVAN KAZABIAN.




Relación con otras Unidades:


Su unidad RUFUS SHINRA tiene rangos de reacción dependiendo con qué clase de unidades se relaccione:


BASHO: La unidad BASHO y la unidad RUFUS SHINRA son muy cercanas a pesar de tener personalidades diametralmente opuestas. El modelo BASHO es uno de los pocos con los cuales la unidad RUFUS SHINRA se abrirá y logrará entablar una buena amistad--tanto así, que terminarán comportándose como madre/padre e hijo en algunas ocasiones. Así sucede con la unidad MORPHEUS, aunque la unidad RUFUS SHINRA y el modelo MORPHEUS tienen personalidades más similares y eso facilita la relación entre ambos.

HADES MUSTANG: La unidad HADES MUSTANG y la unidad RUFUS SHINRA son exactamente el opuesto el uno del otro, y tienen la peculiaridad de venir de la misma fábrica por lo cual se podría decir que estas unidades son hermanas. Por lo tanto, el modelo RUFUS SHINRA discutirá constantemente con la unidad HADES MUSTANG. Sin embargo, confían el uno en el otro y se cuidan las espaldas.

OVAN KAZABIAN: La unidad OVAN KAZABIAN resultará indispensable para la unidad RUFUS SHINRA en el futuro, puesto que es la única unidad que a través de cariño e insistencia podrá hacer que la unidad RUFUS SHINRA se entregue completamente y revierta su modalidad de GUARRA™. La unidad OVAN KAZABIAN es la única 100% compatible con la unidad RUFUS SHINRA. Se sugiere mantener a la unidad RUFUS SHINRA a distancia prudente del modelo KAIZER WALLACE. La unidad OVAN KAZABIAN es la única que puede destrabar los modos FELIZ, AFECTUOSO, ENAMORADO e ÍNTIMO de la unidad RUFUS SHINRA.
*Se recomienda no separar a estas unidades durante un período de tiempo extenso: separaciones muy largas pueden derivar en depresión, pérdida de apetito, tendencias homicidas y cambios drásticos de humor.


Otras Unidades:


GALLAGHER: No se sabe mucho de este modelo fuera de serie ya por su edad. Sin embargo, el modelo RUFUS SHINRA siente una gran animosidad por esta unidad, y su mención y/o aparición podrían derivar en cambios de ánimo drásticas y agresión física. En estos casos, es altamente recomendable la intervención de un modelo OVAN KAZABIAN para hacer control de daños.


Con estas instrucciones, su modelo RUFUS SHINRA podrá vivir una vida larga y feliz. Para verificar autenticidad, buscar el sello de Pr0nRUz© en la etiqueta interna del saco de la unidad RUFUS SHINRA.
HANK GÛNSCHE: Guía de Mantenimiento para Dueños

¡Felicidades! Es usted ahora el orgulloso dueño de una unidad 100% automatizada de HANK GÛNSCHE. Para asegurar su correcto funcionamiento, por favor, prestar atención a las siguientes instrucciones:

Información Básica:

Nombre: Hank Gûnsche (A.K.A. Mekano, Zeus, Hanko, Huaso, Príncipe de los Huasos)

Fecha de Manufacturación: Desconocida.

Lugar de Manufacturación: Midgar.

Altura: 1.90 mts.

Peso: (No se nos está permitido revelar dicha información)


Su unidad HANK GÛNSCHE incluirá los siguientes accesorios:

-Sombrero de cuero (1)
-Parche (1)
-Sujetadores para cabello (5 con la primera entrega)
-Botas de cuero (2 pares)
-Saco largo (1)
-Camisa (1)
-Pantalones (1)
-Rifle (1)

Bonus especial: Unidades

-RAIDEN GÛNSCHE
-HAWK GÛNSCHE
-ORION GÛNSCHE
-RAVEN GÛNSCHE

Por favor tome nota de que los AMIGOS FLAITES y la FAMILIA DISFUNCIONAL no están incluídos en la entrega de la unidad HANK GÛNSCHE.



Programación:

La unidad HANK GÛNSCHE es muy versátil y tiene un número de usos:


AMIGO: La unidad HANK GÛNSCHE puede parecer algo dura con sus opiniones, pero siempre es sincero y se preocupa genuinamente por sus unidades amigas. A veces desacuerdos pueden derivar en una pelea física, pero ¡no tema! la unidad HANK GÛNSCHE es en realidad muy comprensiva y a pesar de su carácter fuerte, es un excelente amigo. Además, incluye la programación especial EXPERIENCIA DE VIDA™ que le dará lugar para proporcionar consejos útiles para la resolución de sus conflictos. Esto puede verse sobre todo con unidades como la OVAN KAZABIAN y DANTE SPARDA.


GUERRERO: La unidad HANK GÛNSCHE es un guerrero implacable que no se detendrá por nada al localizar a un enemigo--yendo a medidas inhumanas para asegurar el resultado deseado. Además, posee la programación MENTE MAESTRA™ que asegura la completación de un PLAN MALÉFICO™ en tan solo tres días. ¡Resultados garantizados!


SEÑOR DE LA QUERENCIA: La unidad HANK GÛNSCHE es conocida por su carácter fuerte y desiciones concisas. Aún cuando se trata de su familia, la unidad HANK GÛNSCHE es implacable es sus desiciones y no permitirá que nada (ni nadie) se interponga en su camino para lograr lo que se ha propuesto, sin dudar en resolver los asuntos con violencia o insultos de ser necesario. Las usuales víc--er, los recibidores de tales tratos suelen ser las unidades relativas de la unidad HANK GÛNSCHE tales como los modelos RAIDEN GÛNSCHE y HAWK GÛNSCHE. Sin embargo, si esta parte de la programación no es de su agrado, es altamente recomendable adquirir un modelo HADES MUSTANG, quien con cuidado y cariño logrará revertir lentamente esta parte del programa a modo PAPI™.


COMPAÑERO: La unidad HANK GÛNSCHE es carismática y complaciente. Sin embargo, estas mismas cualidades atraerán también a otras unidades (tener especial cuidado con la unidad THATKAN) y lo más probable es que la unidad HANK GÛNSCHE tenga una vida social y amorosa activa y agitada. Sin embargo, si su programación PLAYBOY™ le incomoda, puede solucionarse fácilmente con la adquisición de un modelo HADES MUSTANG.
Advertencia: Su unidad HANK GÛNSCHE puede desarrollar cierto grado de ansiedad cuando es puesto en contacto los primeros días con la unidad HADES MUSTANG, provocada por la necesidad irrefrenable de tomar contacto (ver modo INTIMIDAD) con dicho modelo. Aun así, esto se solucionará sin mayores problemas--la unidad HADES MUSTANG tomará contacto con la unidad HANK GÛNSCHE por si misma pasado algunos días.




La unidad HANK GÛNSCHE viene con diez (10) modos diferentes:

Feliz

Triste

Leal

Mente Maestra

Playboy

Enamorado (LOCKED)

Furioso

Intimidante

Cariñoso (LOCKED)

Íntimo (LOCKED)

-Para destrabar el modo ENAMORADO, INTIMO y CARIÑOSO se sugiere la adquisición de un modelo HADES MUSTANG.



Relación con otras Unidades:

Su unidad HANK GÛNSCHE tiene rangos de reacción dependiendo con qué clase de unidades se relaccione:


KURT BOHEMER: Esta unidad es de gran ayuda y contención para el modelo HANK GÛNSCHE. Perturbará su paz y le molestará ocasionalmente, pero ¡no se preocupe! el modelo HANK GÛNSCHE tiene más paciencia con este modelo que con el resto, y está acostumbrado a tales actitudes de la unidad KURT BOHEMER. A pesar de todo, son muy buenos amigos, y se cuidan las espaldas.

OVAN KAZABIAN: Esta unidad es muy compatible con el modelo HANK GÛNSCHE. Tienen una relación de hermanos--a veces sus discusiones derivando en peleas físicas. Sin embargo, no es para preocupación del consumidor: el modelo HANK GÛNSCHE siempre tendrá un amigo con la unidad OVAN KAZABIAN.

HADES MUSTANG: La unidad HADES MUSTANG será casi indispensable en el futuro para su unidad HANK GÛNSCHE. Este modelo tiene una naturaleza pas--pacífica que contrarrestará el carácter fuerte de su unidad HANK GÛNSCHE y le dará el equilibrio y cariño que necesita, anulando así su programación de SEÑOR DE LA QUERENCIA™. Se recomienda sin embargo mantener al modelo HADES MUSTANG a distancia prudente de la unidad THATKAN. El modelo HADES MUSTANG es el único que puede destrabar el modo ÍNTIMO, CARIÑOSO y ENAMORADO del modelo HANK GÛNSCHE.*
*Se recomienda no separar a estas unidades durante un período de tiempo extenso. El modelo HANK GÛNSCHE puede perder la estabilidad ganada, perder peso y experimentar cambios de ánimo drásticos, además de depresión y agresión física y verbal.


Otras Unidades:

ODIN: Esta unidad es altamente manipuladora e inteligente, y busca convertir a la unidad HANK GÛNSCHE en un ODIN II. Es altamente recomendable cierta distancia entre ambas unidades--aunque cuando la unidad ODIN no está intentando manipular al modelo HANK GÛNSCHE, pueden llegar a ser buenos compañeros. De todos modos, sin la unidad ODIN pone en marcha su PLAN MALÉFICO™, es altamente recomendable la intervención de los modelos OVAN KAZABIAN, KURT BOHEMER, NAMINE VALERIUS y HADES MUSTANG para evitar mayores daños.

SCHNEIDER: Esta unidad es complemente incompatible con el modelo HANK GÛNSCHE y se sugiere que se limite su interacción con la misma a un mínimo posible. El modelo HANK GÛNSCHE siente una gran animosidad por esta unidad, y su mención y/o aparición podrían derivar en cambios de ánimo y agresión física. En estos casos, es altamente recomendable la intervención de un modelo HADES MUSTANG para hacer control de daños.

Con estas instrucciones, su modelo HANK GÛNSCHE podrá vivir una vida larga y feliz. Para verificar autenticidad, buscar el sello de Pr0nRUz© en la etiqueta interna del sombrero de la unidad HANK GÛNSCHE.

OVAN KAZABIAN : Guía de Mantenimiento para Dueños

OVAN KAZABIAN : Guía de Mantenimiento para Dueños

¡Felicidades! Es usted ahora el orgulloso dueño de una unidad 100% automatizada de OVAN KAZABIAN. Para asegurar su correcto funcionamiento, por favor, prestar atención a las siguientes instrucciones:

Información Básica:

Nombre: Ovan Kazabian (A.K.A. Nirvana/ Nirvano/ Nirv/ Nirvo)

Fecha de Manofacturación: 1975

Lugar de Manufacturación: Torre Blanca

Altura: 1.86 mts.

Peso: El suficiente.


Su unidad OVAN KAZABIAN inclurá los siguientes accesorios:

-Bufanda azul (1)
-Lentes (5 con la primera entrega)
-Saco Blanco (1)
-Pantalones (1)
-Camisa (1)
-Chaleco (1)
-Zapatos (1)
-Teléfono celular de última (de)generación (3 con la primera entrega)
-Escopeta (1)
-Llave de Invocación (1)

Bonus especial: Unidad MOROCHA (1)

Por favor tome nota de que los AMIGOS FLAITES no están incluídos en la entrega de la unidad OVAN KAZABIAN.

Otros accesorios (no incluídos en el paquete de envío):

-Lapicero de metal.
-Latas vacías.
-Cajas de Zukaritas.

Programación:

La unidad OVAN KAZABIAN es muy versátil y tiene un número de usos:

AMIGO: Su unidad OVAN KAZABIAN es un amigo muy confiable--no desperdigará rumores ni dejará salir secretos que usted pueda decirle. Además, viene equipado con la programación especial EXPERIENCIA DE VIDA™ que le ayudará a proporcionar buenos consejos.


GUERRERO: Su unidad OVAN KAZABIAN es un guerrero temerario y eficiente--destruirá a sus enemigos sin mayores problemas y gracias a su programación MENTE MAESTRA™ le deshará de problemas embarazosos con gran habilidad. Para mayor eficiencia, se recomienda utilizar la LLAVE DE INVOCACIÓN que viene incluída en el paquete básico de su unidad OVAN KAZABIAN. Para más instrucciones al respecto, busque un modelo NAMINE VALERIUS.


COMPAÑERO: Su unidad OVAN KAZABIAN es un compañero afectuoso, complaciente y carismático. La unidad OVAN KAZABIAN, por lo tanto, atraerá gran cantidad de atención de otras unidades, y es muy probable que les devuelva las atenciones. En otras palabras, el modelo OVAN KAZABIAN goza una vida social-amorosa activa. Sin embargo, si esto le molesta o le incomoda, el problema es fácilmente solucionable adquiriendo una unidad RUFUS SHINRA.

*Advertencia: Su unidad OVAN KAZABIAN puede desarrollar una pequeña obsesión con el modelo RUFUS SHINRA desde el momento en que lo adquiera hasta que por fin la unidad RUFUS SHINRA decida hacer el primer movimiento. Durante este período, se recomienda la intervención de un modelo KURT BOHEMER o BASHO para acelerar el proceso.

La unidad OVAN KAZABIAN viene con diez (10) modos diferentes:

Alegre

Enojado

Furioso

Mente Maestra

Anti-héroe

Determinado

Afectuoso

Enamorado (LOCKED)

Leal

Íntimo (LOCKED)

-Para destrabar el modo ENAMORADO e INTIMO se sugiere la adquisición de un modelo RUFUS SHINRA.


Relación con otras Unidades:

Su unidad OVAN KAZABIAN tiene rangos de reacción dependiendo con qué clase de unidades se relaccione:

BASHO: Esta unidad es el compañero inseparable de la unidad OVAN KAZABIAN. Encontrará placer en irrumpir su calma y se burlará de él en ocasiones--pero, ¡no se preocupe! La unidad OVAN KAZABIAN le responderá de la misma manera. Ambas unidades se entienden a la perfección, es recomendable no involucrarse.

HANK GÛNSCHE: Unidad muy compatible con el modelo OVAN KAZABIAN. Puede que ambas unidades terminen teniendo una relación de hermanos (con golpes incluídos), pero su unidad OVAN KAZABIAN tendrá siempre un hombro en el cual llorar si la unidad HANK GÜNSCHE está presente.

RUFUS SHINRA: Esta unidad se comportará muy fría y profesional con su modelo OVAN KAZABIAN al principio, sin embargo, con la intervencion del modelo BASHO o KURT BOHEMER se abrirá con su unidad OVAN KAZABIAN y se convertirá en una unidad leal y cariñosa, y su unidad OVAN KAZABIAN será indispensable para la estabilidad psíquico-emocional del modelo RUFUS SHINRA. El modelo RUFUS SHINRA es la única unidad que puede destrabar el modo ENAMORADO e INTIMO de su unidad OVAN KAZABIAN. *
*Se recomienda no separar a estas unidades durante un período de tiempo extenso: separaciones muy largas pueden derivar en depresión, pérdida de apetito y en el caso de la unidad RUFUS SHINRA, intentos de asesinato.

Otras Unidades:

Kaizer Wallace: Se recomienda mantener a su unidad OVAN KAZABIAN lejos del modelo KAIZER WALLACE por su propia seguridad psicológica y emocional. Sin embargo, si el encuentro llega a darse de todos modos, se recomienda tener a mano a los modelos RUFUS SHINRA, BASHO y HANK GÛNSCHE para atenuar las consecuencias. Como última opción, busque una unidad HADES MUSTANG.

Con estas instrucciones, su modelo OVAN KAZABIAN podrá vivir una vida larga y feliz. Para verificar autenticidad, buscar el sello de Pr0nRUz© en el marco de los lentes de la unidad OVAN KAZABIAN.

jueves, 18 de marzo de 2010

Muerte a ese culiao asesino!


EMBED-TRIBUTO A ESCUPITO - Watch more free videos

A este culiao deberian matarlo!!!

lunes, 22 de febrero de 2010

†Marinero Desconocido†








miércoles, 27 de enero de 2010

†Fuoco† PART 2 FINAL

Una semana, seis días y cuatro horas.

-“Supongo puedo dejarte entonces.”-

-“¡No te atrevas!”-

Dos semanas, cuatro días, y veintitrés horas.

-“No”

-“¿Quién va a detenerme?”-

Tres semanas, dos días, y quince horas.

“¡Maldito bastardo! ¡Por Dios!”-

Basta.

¿Qué me ha llevado a hacer estas cosas?
Me prometí que no pensaría más en ello. O en él.

Mentiroso.

No es mentira.
Nunca he sido bueno manteniendo mis promesas, simplemente. Y aunque aún no he descubierto qué me llevó a visitar el hospital (sentarme, hora tras hora a calcular lo que iba a hacer, las formas de escape, lo que podía salir mal, tantas cosas, tantas cosas mientras lo observaba en silencio), soy consciente de que lo mismo es lo que dirige mis pies nuevamente hacia aquella dimensión.
No me molesto en tratar de ocultar mi energía. ¿Para qué? Ya está despierto, y aunque la bajase a un nivel normal, la notaría. No tengo deseos de esconderme. Quiero que me halle él mismo. Quiero que él salga a mi encuentro, con los ojos azules encendidos de furia y los puños a los lados y la energía espiritual al tope, incinerando el terreno a pesar de que, para mí, no es más que una ligera brisa.
Quizás lo que estoy buscando es una excusa. Pero, tampoco busco que me odie.

“Cierra la boca.”-

¿Continúa mi olor en su piel?
Aquél pensamiento acelera mis pasos y, momentáneamente, me doy asco. Sin embargo no dura mucho, nunca lo hace. El único que puede juzgarme soy yo mismo, y aún así, es posible que lo haga en menor medida de lo que debería. Sin embargo, eso está bien para mí. No podría hacer lo que hago de otra forma.
Así que cuando mis hermanos me preguntan a dónde voy sin ocultar mi aura, no respondo. De todas maneras, estoy seguro de que ya lo saben—ya han sentido su esencia en mi piel y han sido testigos de las distintivas marcas de sus dientes en mi hombro. La herida en mi boca, las cicatrices en la espalda.
El por qué he dejado que se curen naturalmente me es un misterio, puesto que bien podría haberme sanado en cuestión de unos segundos. Sin embargo, ellos no han preguntado, y por lo tanto tampoco he tenido que responderme a mí mismo. Lo cual, admitidamente, me resulta un alivio. No soy una persona que se cuestione con frecuencia.
Y así, sin más, mi destino es Alsatia. Aunque la ciudad misma no sea mi destino en sí.


Cuando llego, él no está allí. Las calles están desiertas, y, por algún motivo, esto me irrita. Creo que he llegado demasiado temprano, aunque había calculado que a estas horas, cuando el sol se oculta en el horizonte, él se encontraría aquí.
Siempre me ha molestado que las cosas no salgan como lo he planeado. Sin embargo, aquella noche tampoco había salido de la manera que tenía pensado que saliera.
Supongo que ese hombre tiene el peculiar y dudoso talento de sacarme de foco aún cuando no se encuentra cerca. Por momentos, me decido a detestarlo, y mi boca se llena de un gusto amargo al cual no estoy acostumbrado. ¿No le llaman decepción a esta sensación?
No tiene importancia.

No soy una persona paciente. No le esperaré. Volveré, quizás, en otro momento, si aquello que aún no he podido descifrar vuelve a poseerme una vez más y me obliga a volver para buscarle.
Cuando me doy media vuelta para dirigirme una vez más a mi hogar, un aura dolorosamente conocida llama a la mía, quizás inconscientemente, y una voz (ésa voz) se alza, alcanzando mis oídos con una claridad casi trágica.

“Tú”-

“Tú.”-

Deliberadamente, volteo hacia él, con una lentitud que sé, va a irritarle, por más que el malestar sea mínimo y pasajero. Parece que funciona, y esto me anima por unos segundos, aunque no dura demasiado.

Su cuerpo, alto y esbelto y ligeramente falto de masa muscular por los días enteros en reposo temblaba bajo el suyo—si de ira o de impotencia, no supo decirlo. Pero no era miedo, eso era seguro; se lo decían las manos masculinas y que en algún momento habían sido fuertes posadas con toda la firmeza de la que eran capaces en sus hombros, manteniéndolo a distancia de su rostro.

Ignoro los recuerdos, o al menos trato, y sé que es inútil, pero está bien. La sobria expresión en su rostro se interrumpe por unos momentos cuando mis ojos se posan en los suyos, y me doy cuenta que él tiene el mismo problema. Sus manos se cierran en puños y su postura se tensa y sus mejillas se tiñen de rojo, y su respiración se acelera, aunque él no lo nota.

Tuvo que interrumpirse, puesto que Mankian ahora presionaba besos a su mejilla y frente, y su mano en su miembro aceleraba, también, el ritmo en que lo estimulaba. Ahogó un gemido.

Por un ínfimo momento, deseo besar sus mejillas. Pero, no. Nunca me ha gustado manejar mis asuntos al público, y, si bien sé que no hay nadie en la calle, alguien podría ver y aquello le quita algo de atractivo a la situación. Aunque en sí, la situación misma no tiene (o no debería tener) nada de atractiva.

“¿Qué haces aquí?”- me pregunta. Creo que no sé qué responderle, pero su tono me molesta. Suena enojado, aunque no comprendo bien por qué. Después de todo, él mismo terminó aceptando. Podría ser, entonces, que eso sea lo que más le molesta.
Me tomo mi tiempo para responder. Aprovecho el tenso silencio, y, lentamente, analizo su apariencia—está exactamente igual que siempre; el cabello limpio, el traje impecable. Pero algo me llama la atención: su cuello está vendado por debajo de la camisa, y sus muñecas permanecen ocultas bajo la espesa tela de su abrigo.
La idea me hace sonreír, aunque sea, mentalmente. Él tampoco se ha curado. Claro está, las marcas que le dejé yo han sido mucho más duraderas que las que él me ha dejado a mi.
No interesa. Ésta pequeña pieza de información es para ser usada después. No soy lo suficientemente crédulo como para pensar que él no ha tenido la oportunidad de sanarse a sí mismo transcurridas las últimas tres semanas.
Y él tampoco. Sin embargo, estoy seguro de que no esperaba verme tan pronto después del hecho.
Sinceramente, creo que yo no me había esperado que aquella necesidad se presentara nuevamente. Ni tan pronto, ni nunca.

“Es un mundo libre,”- respondo, finalmente, y creo que mi respuesta lo desconcierta. No sabe cómo argumentar, y tampoco espero que lo haga, por lo que me doy vuelta y empiezo, tranquilamente, a caminar hacia Goro. Puede alcanzarme allí, y sé que lo hará. Si algo he aprendido de Hades, es que le gusta terminar los asuntos fácil y eficientemente. Espera terminar con todo esto (conmigo) lo más pronto posible. Espera que, después de confrontarme con lo de aquella noche, ambos podamos mantenernos ignorantes uno de la existencia del otro.
Pero eso no va a suceder, porque no pienso permitírselo.
Creo que sigo buscando excusas.

“¿No vas a responderle?”-

“Estás de broma,”-

La caminata hacia el bosque no dura mucho, y transcurre en silencio, aunque su aura se agita, irradiando una extraña mezcla entre furia y vergüenza, a mis espaldas. El sol está lanzando sus últimos rayos.

Lo observó bajo las últimas luces del sol, que morían ahora en el cielo, cómo iluminaban tenuemente la piel blanca, muy blanca, marcada apenas por algunas cicatrices.

Él camina detrás de mí y no habla, y yo nunca he buscado conversación, por lo cual, cuando nos adentramos entre los árboles, todo sigue en una quietud absoluta, quizás exceptuando a los animales que habitan en Goro.

El sol terminó de ocultarse en el horizonte en el mismo momento en que se atrevió, muy lentamente, a posar sus dedos sobre las marcas de su pecho, recorriéndolas sin más que con las puntas de sus dedos.

Volteo hacia él, y miro una vez más cómo las últimas luces de la tarde golpean contra su rostro, escurriéndose, ésta vez, por la cortina de ramas y hojas del bosque, para luego morir cuando el sol desaparece a la distancia sobre su piel, y tengo la sensación de que la única fuente de luz que queda en éste lugar son sus ojos, fríos y azules, pero vivos.
No quiero recordar, pero lo hago.

Hades se arqueó ligeramente bajo su tacto y un gruñido (que envió un suave, casi imperceptible temblor a través de su cuerpo e hizo que su aliento se estremeciera) dejó sus labios resecos, sus dedos finalmente aflojando el agarre sobre las sábanas.

“Quiero,”- dice, finalmente, y su voz sale ligeramente ronca. Incómoda. Esto me fastidia.- “Poner todo aquello en el pasado.”-

Presiono el puño.

“No es mi culpa,”- replico, con mi tono más neutral,- “Que tú pienses tanto en ello. Han pasado tres semanas, después de todo,”- y ladeo el rostro, buscando irritarlo,-“Ahora, dime. ¿Qué son esas heridas en tus muñecas?”-

Ah, ahí está. La expresión furibunda que me llama tanto la atención. Ahora es él quien presiona los puños y sus ojos me observan llenos de ira contenida.

“Eres un bastardo de primera,”- contesta, con falsa tranquilidad, y su voz no es más que un susurro sibilante.-“No puedo sanarme a mí mismo. ¿Crees que quiero que otros vean esas heridas?”

“¿Y por qué no? No creo que a tu esposa le importe.”-

“Cierra la boca.”-

“Cierra la boca.”-

“Creo que ésta vez no.”-sonrío con malicia. Me agrada lastimarlo, porque sirve para ocultar mi propia frustración. Aunque no sé por qué estoy frustrado. Quizás sea ese sentimiento, aquella molestia que se ha hecho presente apenas mencioné a su esposa. Quizás la molestia realmente haya aparecido una vez que comprendí por qué me rechazaba con tanto ímpetu.- “Después de todo, en ésta ocasión no tienes cómo hacerme callar.”-

“¡Silencio!”- y su aura estalla a su alrededor; y golpea contra mi, pero no me importa. No soy lo suficientemente arrogante como para creerme invulnerable, y admito que quema mi piel ligeramente, y hasta tal vez, duele. Pero la expresión de cólera en su rostro ensombrecido es demasiado atrayente, y el aquél fulgor en sus ojos, acepto me agrada más que su usual calma. Y soy yo quien provoca esto, no su esposa, no algún otro individuo. Y eso hace que todo esto valga la pena, aunque, aún así, no sé el por qué. Sí, egoístamente, su exclusiva atención hacia mi persona me llena de satisfacción.
Pero comprendo que esto puede salir mal si dejo que continúe por este camino, y pretendo detenerlo. Así que, en menos de un segundo, respondo el favor simplemente expandiendo mi propia energía, sólo lo suficiente como para hacerlo retroceder, e impactar contra el árbol más cercano.
Su cuerpo se estampa al tronco del árbol con un sonido seco y sordo, y un gruñido deja su boca.
No quiero dejarlo reaccionar más. Y así, ya me encuentro sobre él, y mi boca busca la suya y, muy para mi sorpresa, no encuentro resistencia alguna. Duda, sí, pero no resistencia y sólo unos momentos después de que mis labios encuentran los suyos, sus manos se posan en mi nuca y me atraen hacia él, y sus propios labios hayan los míos, y soy recibido de buena gana por su lengua.

Extinguió sus gemidos con sus besos mientras sus manos se posaban en sus muslos, alzándolo de la cama casi agresivamente, acelerando el ritmo, y su lengua se aventuró por el mentón de Hades hacia su oído, antes de que sus dientes tomaran el lóbulo y jalaran de éste, lo cual provocó un escalofrío en el otro hombre.

“Juega con fuego y te vas a quemar”, dice el refrán. Voy a incinerarme y no me importa en lo más mínimo, porque sus manos ahora exploran mi espalda y su boca destroza mi cuello a dentelladas y sus caderas se hunden en las mías, y sus ojos brillan, no, refulgen en la oscuridad del bosque con la misma fuerza o más que en el hospital y sus mejillas están encendidas, y su calor me sofoca pero sigue sin importarme.

Mientras ladeaba el rostro y atrapaba sus labios, mordiéndolos con ímpetu y luego lamiendo las ligeras marcas que dejaba, presionando su pecho al de él y cerrando las piernas en torno a su cintura, impulsándolo contra él.

Tampoco me importa cuando caemos al suelo, y mis manos por un momento se confunden con las de él mientras ambos jalamos de nuestras ropas, tironeando, rasgando, arrancando, realmente no interesa mientras se llegue a lo que hay debajo y, cuando mi pecho desnudo impacta contra el suyo, me olvido de respirar.
Finalmente, mi espalda conecta contra el tronco de un árbol y lo guío, con poco o nada de esfuerzo, hacia mi regazo. No tengo que decirle qué hacer, y en un instante está sobre mí, y siento mi sexo entrando en él y sus manos colocándose a cada lado de mi rostro, contra el árbol, para ayudarle a mantener el equilibrio.
Siento deseos de tocarlo, pero me abstengo. Observo su rostro y memorizo la expresión de deseo, dolor y placer que lo domina, y siento su cuerpo tensarse contra el mío al tiempo que entro en él. No puedo continuar mirándolo por mucho tiempo, pues mi cabeza se hace hacia atrás, y, nuevamente, mi respiración comienza a agitarse. No puedo evitar gruñir, quizás su nombre, y su boca se apega a mi oído, murmurando el mío como una plegaria en aquella voz ronca y profunda, y mis manos se aferran a sus caderas, guiando sus movimientos lentamente mientras un delicioso escalofrío recorre mi espalda.
No lo dejo elegir el ritmo, puesto que, pronto, necesito más. De él, quizás, o tal vez necesito liberar la tensión que paulatinamente empieza a reunirse en la base de mi abdomen, o, puede ser, la forma en que mi cabeza está dando vueltas, realmente no tiene importancia, sólo sé que quiero acelerar la cadencia y, por lo tanto, lo tomo de la cintura y, sin separarme de él, lo estampo al árbol.
Gruñe fuertemente, pero no parece molestarle. En cambio, se arquea contra mí, y sus dedos se hunden en mi cintura dolorosamente, y sus labios buscan, una vez más, los míos con más agresividad de lo que lo había creído capaz.

“Mankian,”-lo escucho jadear, y su voz no es más que un suspiro que envía un tremor por todo mi cuerpo mientras sus piernas me atraen con más brusquedad hacia él, y mis caderas se hunden en las suyas sin salida.

Pero no dura mucho más, puesto que su cuerpo se presiona contra el mío una última vez, y sus músculos se tensan mientras su forma se agita bajo los efectos del clímax y mi cuerpo, como en respuesta, reacciona enseguida y un escalofrío me recorre y un grito se arranca de mi garganta.

Sin más, mordió el hombro de Mankian para contener un grito, al mismo tiempo que Mankian hundía sus dedos en su espalda y lo asía a él, sus dientes encontrando el cuello del hombre y cerrándose alrededor de una porción de piel, mordiendo hasta extraer sangre, mordiendo hasta dejar una marca al tiempo que ambos temblaban.

Por unos momentos no puedo ver, y me cuesta mantenerme sobre él sin colapsar, pero no lo hago. Siento su boca contra mi mejilla y luego mi oído, y su respiración contra mi piel.

Silencio, una vez más.

“Debo irme.”- y sus manos se posan en mi pecho y empujan. Pero no me muevo. En cambio, me presiono contra él, sin salir de los cálidos confines de su sexo. Y su negativa me altera, y envía hielo líquido por mis venas.

“¿Cuál es tu excusa ahora?”- siseo. Ya no tengo deseos ni energías de ocultar mi furia, mi frustración.

“Excusa,”-repite, y sus ojos se clavan en los míos nuevamente con frialdad, aunque su cuerpo responde al mío, y siento los latidos de su corazón acelerarse contra mi pecho. De ira, de deseo, o por su repentino semblante nervioso, no lo sabía.- “Sabes que estoy casado. Esto no debió haber pasado.”-

“¿Entonces por qué lo dejaste pasar? Hipócrita.”- Debería matarlo. Realmente debería. No tiene que recordarme que está casado. No tiene que recordarme que me había seguido para olvidar todo lo que había sucedido aquella noche en el hospital. No tenía que decir todo lo que está diciendo, y que yo sé perfectamente pero decido ignorar.

“¿Ahora yo soy el hipócrita?”- protesta, y su aliento golpea mi rostro. Puedo sentir su temperamento levantándose, una vez más. -“Como si me hubieras dejado ir así como así, ¿a quién tratas de engañar? ¿Por qué no me dices, mejor, por qué no me dejas tranquilo?”-

Mi boca se abre para responder, pero mi voz no coopera y queda atrapada en mi garganta. Tiene razón. En parte, e inconscientemente mis dedos se cierran en torno a su cuello. Si lo mato ahora, todo desaparecería. Sólo tomaría algo de presión y…
Pero él no se mueve y, en cambio, me mira a los ojos, aún cuando siento sus latidos acelerarse bajo las yemas de mis dedos. Pero no de miedo. Nunca de miedo; pues sus ojos no mienten y, si bien no sé cómo calificar lo que se muestra en ellos, puedo asegurar que no es terror.
Creo que me odia. Dos pueden jugar ese juego.
¿Verdad?

¡Mankian!-

¿Verdad?

Hago, sin embargo, lo más racional, y me separo de él, y mi piel se enfría inmediatamente tras dejar el calor de la suya. Pero él no dice nada ésta vez, y aparta su mirada. No lo tolero.
Sin apresurarme, recojo mis ropas del suelo, aún mirándolo, y doy la vuelta.
No hay más que decir, supongo. De todas formas, nunca he sido bueno para las palabras. Y algo me dice, que ya se ha dicho suficiente.
Dejo lo que no necesito, como mis brazales, en el suelo. Deseo marcharme lo más pronto posible, y tengo la sensación de que el también quiere que lo haga. Así que, sin prisa, pero sin pausa, me encamino a través del bosque hacia mi dimensión, con los puños apretados y el orgullo en alto.
No puedo responderle.

Cuando me doy vuelta, no lo veo mirándome. En cambio, presiona uno de los brazales que dejé contra su pecho.
Antes de desaparecer, me pregunto por qué duele tanto sentir.


-Fin.

†Fuoco† PART 1

Tres días. Tres largos días, pensó, mientras observaba, impaciente, por la ventana de la pequeña habitación del hospital.
De alguna manera, había logrado suprimir todo rastro de su energía espiritual, por lo cual, como tenía planeado, nadie en específico dirigió su atención hacia él. Después de todo, en este lugar en particular de Alsatia, la gran mayoría de la población eran civiles—excepto algún que otro paciente que se hallaba hospitalizado. Pero hasta aquellos, como al que había ido a ver especialmente, se hallaban en coma o demasiado débiles como para notar el ligero cambio en el ambiente.
En el horizonte; el sol se ocultaba lentamente, y Mankian se esforzó por disfrutar la ligera brisa que entraba, suave y cálida, por la ventana abierta, agitando las cortinas delicadamente, filtrando la luz de los últimos instantes de la tarde dentro del cuarto que quedaría, en como mucho, media hora, a oscuras.
Faltaba poco. Sentía la energía espiritual del hombre agitándose y buscando la suya, quizá como sostén, empujándolo a la conciencia, poco a poco. Pero no podía ayudarle, aún no. Si alzaba su propia energía, alguien se daría cuenta, y no podría concluir sus asuntos en paz.
Dando la espalda a la ventana, se dirigió a paso seguro hacia la puerta principal, usando la traba de mano en ésta para sellar la habitación. Las enfermeras no se darían cuenta, puesto que aún, calculó, faltaban tres horas para el último chequeo de la noche, y ya había terminado el horario de visitas.
Qué era, pensó, lo que le había traído aquí. No podía afirmarlo, porque sinceramente no lo sabía. Se había hecho la misma pregunta cientos de veces mientras, todas las tardes durante los últimos tres días, se sentaba en silencio en el parque del hospital, analizando horarios, rutas de escape, y conteniendo, quizá, las casi irrefrenables ganas de verlo.

“Estoy orgulloso”-

Y lo estaba. Sin embargo… esa no era la razón. Podía sentirlo. No era, tampoco, aquello que lo había llevado a, esa fatídica noche, besar a Integra.
No era nada, y sin embargo, lo era todo.
Volteó hacia la sencilla cama; donde Hades, pálido y con la respiración agitada, luchaba en silencio para recuperar la conciencia—la frente bañada en sudor, el pecho subiendo y bajando rítmicamente mientras sus manos se cerraban en puños en las impolutas sábanas blancas que contrastaban con su cabello negro; los labios partidos y presionando los dientes, la cabeza echada hacia atrás. Los músculos tensos.
Como atraído por el dolor, se acercó, encuclillándose al lado de la cama, aún sin atreverse a tocarlo. Lo observó bajo las últimas luces del sol, que morían ahora en el cielo, cómo iluminaban tenuemente la piel blanca, muy blanca, marcada apenas por algunas cicatrices. Quizá las únicas—aquellas que él mismo había provocado hacía no más de tres días, aquella noche.
El sol terminó de ocultarse en el horizonte en el mismo momento en que se atrevió, muy lentamente, a posar sus dedos sobre las marcas de su pecho, recorriéndolas sin más que con las puntas de sus dedos.
Hades se arqueó ligeramente bajo su tacto y un gruñido (que envió un suave, casi imperceptible temblor a través de su cuerpo e hizo que su aliento se agitara) dejó sus labios resecos, sus dedos finalmente aflojando el agarre sobre las sábanas.
Las manos de Mankian dejaron las cicatrices del pecho y, pausadamente, encontraron su camino hacia sus hombros, y luego su cuello, subiendo en una caricia extrañamente paciente hasta su rostro. Las yemas de sus dedos pasaron entonces por los ásperos labios del hombre, y los abrieron, muy lentamente, imperturbados por la resequedad enfermiza de la piel. ¿Serían más suaves si estuviera en mejor estado de salud? Probablemente. Si tan solo pudiera traspasarle algo de energía espiritual, quizás…
Pero no. Era demasiado riesgoso—y aunque su paciencia estuviera, lentamente, desapareciendo, no había razón para desperdiciar una oportunidad tan única.
Tomó con cuidado los bordes de las sábanas que lo cubrían, pero, mientras comenzaba a deslizarlas a un lado, mantuvo sus ojos en el rostro de Hades, quien jadeaba fuertemente. Sintió su aliento contra su rostro, y el repentino temblor de su cuerpo cuando la tela cayó, inútil, al suelo.
Mankian ladeó el rostro, y, mientras su mano se posaba en el abdomen del otro y la otra le tomaba de los cabellos, posó sus labios, cálidos, sobre los fríos de Hades. Un escalofrío pasó por su columna y sus ojos se cerraron, quizá instintivamente, mientras sus dedos se asían con fuerza al cabello del hombre, su lengua forzando su boca a abrirse y a acogerlo al tiempo que se inclinaba sobre él, sus rodillas presionando contra sus lados, su pecho casi empujando contra el suyo.
Se sorprendió cuando los labios del otro hombre comenzaron a moverse contra los suyos y una mano fría, débil, tomó su mejilla, atrayéndolo hacia el cuerpo con delicadeza. La otra mano apareció, entonces, en su nuca, jalándolo pacientemente contra él y, finalmente, Mankian pudo apreciar la desnudez total de Hades bajo su cuerpo; la carne firme y tensa bajo la suya. Aún no había abierto los ojos, y se preguntó en quién estaría pensando mientras profundizaba el beso, recorriendo su lengua con la suya y ausentemente mordiendo sus labios, tirando de estos casi dolorosamente mientras sofocaba los ligeros gemidos del otro hombre.
Se dijo que no le importaba. No tenía razones para importarle. Había ido allí por una razón en particular, y no se iría por una pequeñez semejante.
Mentalmente, calculó la hora. Aún quedaba mucho tiempo, comprobó satisfecho y, con un movimiento rápido, recorrió su espalda con sus manos, haciendo que se arqueara contra él, y sofocó con un beso casi brutal, otro gruñido, respirando su aliento al tiempo que hundía sus caderas (aún incómodamente enfundadas en sus pantalones) contra las desnudas de Hades.
Aquello comprendió había sido un error pues, al sentirlo entre sus muslos, el hombre abrió los ojos de par en par y sin más su boca se alejó de la suya, sus manos dejando su mejilla y su cabello para posarse en sus hombros, buscando crear distancia.

“Tú.”- jadeó, sin aliento.

Por un momento, el cerebro de Mankian sufrió un cortocircuito mientras observaba asombrado como los ojos azul oscuro, ligeramente apagados hacía solo unos instantes, volver a la vida con el mismo fuego interno que había presenciado en la pelea, y las líneas de cansancio bajo éstos que desaparecían cuando sus facciones mutaron muy suavemente en una expresión decidida, como si ignorara su propio estado de salud, o se obligara a hacerlo. Su cuerpo, alto y esbelto y ligeramente falto de masa muscular por los días enteros en reposo temblaba bajo el suyo—si de ira o de impotencia, no supo decirlo. Pero no era miedo, eso era seguro; se lo decían las manos masculinas y que en algún momento habían sido fuertes posadas con toda la firmeza de la que eran capaces en sus hombros, manteniéndolo a distancia de su rostro.

“No.”- gimió.

¿Duele? Quiso preguntar, pero no dijo nada. No venía a humillarlo, no realmente. Había dicho que estaba orgulloso, y así lo era. Mankian no mentía, no estaba en una de las cosas que hacía, y no tenía planeado empezar a hacerlo ahora. Además, le gustaba más así—por ese mismo brillo en sus ojos, por el mismo semblante que presentaba en esos instantes era que le había llamado la atención.
No pudo evitar sonreír, y lo sintió tensarse dolorosamente bajo su peso. Cuando sus manos no tuvieron más remedio que suavizar su agarre en sus hombros, simplemente tomó la oportunidad que se le presentaba; llevando las propias hasta las de él y estampándolas contra la cabecera de la cama, ignorando el grito ahogado del otro hombre mientras intentaba zafarse.

“¿Quién va a evitarlo?”- murmuró finalmente, mientras se inclinaba sobre él, rozando su boca sobre la de Hades muy lentamente- “Si llamas a las enfermeras, alguien va a salir lastimado. Lo más probable es que no seas tú. Si no es hoy, será mañana. Si no es mañana, será pasado. Pero va a suceder. ¿Por qué temes?”-

“Tú… maldito…”- siseó Hades contra su boca, mientras hacía fuerza para deshacerse del agarre de otro en sus muñecas. Inútil, en su estado. – “Suelta…”- pero nunca pudo terminar la frase. La boca de Mankian ya se encontraba sobre la suya una vez más, y su lengua la invadió, los ligeros movimientos de sus labios haciendo que no le quedara opción más que abrir los propios para poder respirar, dándole así más acceso a los cálidos confines de su boca.
Sin dejarse vencer tan fácilmente, Hades tomó el labio inferior de Mankian entre sus dientes y, antes de darle tiempo de reaccionar, mordió con todas su contadas fuerzas hasta que inevitablemente brotó un pequeño hilillo sangre, la cual manchó sus labios de rojo; escurriendo lentamente por su mentón y perdiéndose en cuello.
Mankian ahogó un gruñido de frustración, y sus manos se tensaron alrededor de las muñecas del otro hombre muy dolorosamente; las uñas hundiéndose y traspasando la suave barrera de piel; devolviendo el favor, al tiempo que sus ojos se alzaban hacia los de Hades con un ademán amenazante, quien, aún débil, se la devolvió, iracundo.

“Muy bien,” – susurró Mankian, furioso, al tiempo que tomaba las sábanas del suelo y hundía las caderas con más fuerza contra los muslos de Hades, lo suficiente como para distraerlo cuando sus manos dejaron sus muñecas, y, sin más, con toda la velocidad de la que podía ser capaz, ató con la misma las manos del hombre a la cabecera de la cama, sellándolas con suficiente fuerza como para asegurarse de que dejaría marcas al día siguiente.
Hades tuvo que morder su lengua hasta sangrar para evitar gemir mientras, en retribución por la herida, Mankian deslizaba su mano por su vientre, desgarrando la piel con las uñas hasta dejar marcas, finalmente, llegando hasta sus caderas y, tomando su miembro en su palma, presionó con fuerza. Hades se arqueó sobre la cama y su cabeza se hizo atrás; la nuca golpeando contra la almohada mientras sus dientes se cerraban en torno a su lengua una vez más; sus manos luchando contra los lazos que se mantenían en torno a sus muñecas. No se permitiría gritar, a pesar de que una oleada de calor recorrió su cuerpo y lo hizo estremecerse; una mezcla agridulce entre placer y agonía que, por sólo un instante, no lo dejó siquiera pensar.

“Detente…”-ahogó otro grito cuando los dedos de Mankian respondieron por él—asiéndose a su sexo con aún más fuerza mientras su mano libre recorría su costado, explorando, casi con curiosidad, la superficie plana de su abdomen y la suave, sensible piel que separaba las caderas de éste, provocando que se tensara una vez más.

“Maldito hijo de perra—…¡Por Dios!”- No pudo contener, esta vez, el gemido que escapó de su boca: en voz baja pero descontrolada; el tono notablemente más profundo y estrangulado por el esfuerzo, al tiempo que el otro hombre comenzaba a estimularlo, con una lentitud enloquecedora, y los dedos de la mano libre del mismo se perdían entre sus piernas, rozando dócilmente su entrada. No tuvo que obligarlo a separarlas, porque, inconscientemente, Hades las había abierto para él, su cuerpo reaccionando por sí solo.

“Hijo de perra, ¿Hmnh?”- susurró Mankian, paseando sus labios tranquilamente por el abdomen del hombre, mordiendo ausentemente la delicada piel de su cadera y luego subiendo, para besar las suaves líneas de sus costillas, y luego su pecho, tomando entre sus labios la delicada carne de un pezón y succionando con cuidado. Mientras hacía esto, sin embargo, sus dedos liberaron el sexo de Hades, y una sonrisa decididamente burlona se dibujó en sus labios. – “Supongo puedo dejarte entonces.”

Hades se arqueó debajo de él, y su voz dejó su boca—desgarrada—mientras su cuerpo presionaba contra el de Mankian.

“¡No te atrevas!”- gritó.

Se hizo silencio, y Mankian pudo sentir el sabor de la victoria en su boca, mientras el hombre de cabello oscuro jadeaba, tratando de comprender lo que él mismo había gritado hacía no más de unos segundos. Presionó el rostro contra su propio brazo, tratando de ocultar el repentino color que tomaron sus mejillas, tratando de evitar ver su propio estado.
Pero la vergüenza no duró, puesto que, cuando volvió a alzar la vista, encontró al hombre sobre él, ya desnudo. Su voz quedó estancada en su garganta al intentar protestar, cuando las manos de Mankian se situaron, una vez más, en su entrepierna, y su espalda se alzó una vez más; sus dientes presionaron con fuerza y sus ojos se cerraron.
Con un movimiento rápido, tomó su cintura y lo alzó por las caderas, presionando su frente contra su cuello al tiempo que lo obligaba a envolver las piernas en torno a su cintura. No le importó el gruñido de advertencia de Hades (¿a quién se creía que estaba engañando?) y decidió acallarlo, besándolo una vez más, mientras de una sola, brusca vez, lo penetraba.
No lo dejó gritar. Extinguió sus gemidos con sus besos mientras sus manos se posaban en sus muslos, alzándolo de la cama casi agresivamente, acelerando el ritmo, y su lengua se aventuró por el mentón de Hades hacia su oído, antes de que sus dientes tomaran el lóbulo y jalaran de éste, lo cual provocó un escalofrío en el otro hombre.
¿Qué había hecho, exactamente? Mankian no lo sabía con certeza. Pero ya no era tiempo de detenerse; no hubiera podido ni aunque quisiera, y no hubiera querido ni aunque pudiera. Era demasiado, aquella sensación de un cuerpo firmemente asido al suyo, el sonido de su respiración contra su piel y los latidos del corazón de Hades, los cuales sentía con facilidad, ya que mantenía su pecho presionado al suyo.
Continuó; gruñendo suavemente contra el oído de Hades, quien hacía lo posible por no gemir, de alguna manera conteniendo el dolor insoportable que, muy lentamente, comenzaba a convertirse en placer.
Sin embargo, cuando ambos comenzaron a sentir la tensión en el abdomen, y un delicioso temblor comenzaba a recorrer ambos cuerpos, algo sucedió.

La manija de la puerta comenzó a moverse hacia un lado, con el objetivo de abrir la misma. La traba, aún así, se lo impidió, y la voz de una enfermera surgió del otro lado de la misma.

“¿Hades-san?”- se oyó la voz, claramente femenina- “¿Hades-san, se encuentra despierto? Los demás pacientes advirtieron sonidos extraños viniendo de ésta habitación.”

Mankian alzó una ceja, observando la puerta con desgano por un ínfimo segundo, antes de, una vez más, continuar moviéndose contra Hades, quizás con renovadas energías, y una sonrisa de medio lado curvando sus labios.
Hades se mordió el labio, intentando no gritar, cuando una de las manos de Mankian encontró nuevamente su sexo, y el ritmo en que se hundía en él aumentaba considerablemente, provocando que la cabecera de la cama golpeara contra la pared.

De alguna manera, Mankian encontró su voz, aunque ésta salió sofocada, y no más que un susurro, llena de lujuria, y el tono hizo que un escalofrío recorriera entero al otro hombre.

“¿No vas a responderle?”-

Hades parpadeó, presionando los dientes para no gritar en respuesta, mientras le lanzaba una mirada asesina a Mankian.

“Estás de broma,”- siseó, y su voz tembló notoriamente cuando el hombre lo penetró con más fuerza de la usada hasta entonces, teniendo que arquear la espalda para darle mayor acceso.

“¿Quieres que entre y nos vea así?”- replicó, llevando sus dedos a los labios de Hades e introduciéndolos en su boca por un momento, dejando que éste los mordiera suavemente, y provocándole un exquisito escalofrío. Esto estaba resultando mejor de lo que había planeado.- “Por mi no hay problema.”-

Hades gruñó, y cerró los ojos, invocando todo rastro de sanidad y paciencia que le quedaban, intentando ignorar la forma en que el cuerpo de Mankian se asía al de él, la forma en que su respiración golpeaba contra su rostro y la frente del hombre quedó contra la suya y sus ojos lo observaban con atención, con aquella sonrisa curvando su boca.

Finalmente, alzó la voz.

“Estoy,”- tuvo que interrumpirse, puesto que Mankian ahora presionaba besos a su mejilla y frente, y su mano en su miembro aceleraba, también, el ritmo en que lo estimulaba. Ahogó un gemido.- “Bien.”

“¿Está seguro?”- vino la voz del otro lado de la puerta- “Suena algo agitado, ¿seguro que no quiere que entre a hacer el chequeo?”

“¡Estoy seguro!”- bramó, y su voz salió mucho más agresiva de lo que había planeado, pero aquello pareció satisfacer a la enfermera, quien, ignorante de lo que sucedía entre las cuatro paredes de la habitación, simplemente le informó algo ofendida que volvería en unas horas para hacerle el chequeo.

“Gran actuación,”- comentó Mankian, mientras tomaba las masas de cabello negro del hombre para ladear su rostro hacia arriba y pasar su lengua por la delicada piel de su cuello, sintiendo su respiración acelerarse mientras alzaba las caderas, lentamente comenzando a moverlas contra las suyas. Mankian gruñó, cerrando los ojos por un instante al tiempo que Hades se impulsaba contra él débilmente, apenas logrando el movimiento sosteniéndose de las sábanas atadas a sus muñecas.

“Cierra la boca,”- respondió Hades, finalmente, mientras ladeaba el rostro y atrapaba sus labios, mordiéndolos con ímpetu y luego lamiendo las ligeras marcas que dejaba, presionando su pecho al de él y cerrando las piernas en torno a su cintura, impulsándolo contra él.
Mankian lo tomó de la cintura, alzándolo aún más, y, ya completamente perdiendo el control, presionó el rostro contra su cuello, jadeando su nombre e ignorando el gruñido de dolor de Hades cuando el movimiento hizo que las telas que restringían el movimiento de sus manos se asieran más alrededor de su piel.
Sinceramente, a él tampoco le importaba. Estaba cerca, muy cerca, y la maravillosa presión en la base de su abdomen era todo lo que le interesaba, eso y la seguidilla de incontrolables, deliciosos temblores que agitaban su cuerpo y la piel de Mankian contra la propia y la forma en que su aliento golpeaba su cuello y sus dedos se hundían en sus muslos y era demasiado pero su mente no quería cooperar, y tampoco estaba seguro de querer que su mente cooperara, así que simplemente continuó moviéndose contra él, sin siquiera molestarse en tratar de controlar los suaves gruñidos que dejaban sus labios.
Mankian cerró los ojos, impulsándose dentro de él, recorriendo sus costados con las puntas de sus dedos al tiempo que inhalaba el aroma de la piel del otro, el rostro hundido contra su cuello mientras lo sentía arquearse contra él, tan cerca como él del clímax; viendo, por el rabillo del ojo, las manos atadas de Hades retorciéndose ligeramente en su prisión de tela; los dedos rasgando la piel de las palmas mientras se hundían en estas.
Una vez que dejó de resistirse, había accedido a cooperar, después de todo. ¿Por qué no liberarlo? De todas formas, no había nada que pudiera hacer. No así.
Pero, lo sintió estremecerse, y sus paredes se cerraron en torno a su miembro, y el mismo escalofrío lo recorrió entero. Presionando su mano a la cabecera de la cama, se impulsó una última vez, con una brutalidad casi inhumana, dentro del otro hombre, al tiempo que liberaba sus manos de sus ataduras.
Hades se alzó de la cama hasta quedar sentado, y alcanzó con una de sus manos la cabecera de la cama, sosteniéndose en ésta mientras forzaba sus caderas contra las de Mankian, muy para sorpresa del mismo, al tiempo que, con su otra mano, alcanzaba el cabello del hombre, tirando de éste fuertemente mientras su cuerpo de agitaba. Sin más, mordió el hombro de Mankian para contener un grito, al mismo tiempo que Mankian hundía sus dedos en su espalda y lo asía a él, sus dientes encontrando el cuello del hombre y cerrándose alrededor de una porción de piel, mordiendo hasta extraer sangre, mordiendo hasta dejar una marca al tiempo que ambos temblaban.
Mankian se deshizo dentro de Hades, y a éste no pareció importarle, puesto que alcanzó el clímax al mismo tiempo, y aún luchaba por controlar el ritmo desmedido de su respiración.
Ninguno se movió. Sólo sus jadeos se escuchaban dentro de la habitación, y ni Mankian ni Hades se atrevió a hablar, o siquiera mirarse. Hades sabía que las cosas no volverían a ser las mismas, y Mankian, por más que pretendiese que no le interesaba, también. En el momento en que se miraran, alguien debería dibujar una línea de distancia, una promesa de muerte, un punto de encuentro. Aquello no debió haber sucedido en primer lugar. Lo sabían.
Y sin embargo, ambos se hallaron a sí mismos separándose lentamente el uno del otro, y sus ojos, en la oscuridad, se buscaron por un ínfimo instante.

“¡Hades-san, estamos aquí para su chequeo! ¡Hades-san!”- la voz femenina llamó del otro lado de la puerta, una vez más.

Con una mueca, Hades rápidamente se desenvolvió de entre las sábanas, sin siquiera voltear a Mankian quien, para entonces, ya había desaparecido y recogió sus ropas, apenas llegando a colocarse los interiores y los pantalones.
Volteando a la puerta una última vez (la cual ya estaba a punto de ser tirada abajo por las enfermeras) Hades tomó su camisa y sin más, se lanzó por la ventana.

Cinco minutos después, lo único que las enfermeras encontraron que haya marcado la estancia de su paciente fueron las sábanas manchadas y revueltas, y los zapatos debajo de la cama.


-Fin